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Sones Festivos//
Alboradas // Pasacalles // Toques Eclesiásticos // Procesiones // Ofertorios // Ramos // Paleos // Banderas // Castillo // Bailes localistas

101. Alborada (Vilvestre)
107. Pasacalle de bodas (Almendra)
Ides - Instituto de las Identidades.jpg

Alboradas

 

La "alborada", es la pieza del repertorio tamborilero designada cuando la madrugada y el amanecer no son obligado sinónimo de trabajo. Recuerdan quienes tuvieron el privilegio de vivir ese despertar al son de la gaita y el tamboril que una singular emoción incitaba a saltar de la cama cuando desde lejos el oficiante tocador rompía el ganado descanso de las gentes.

 

Las "alboradas" son creaciones de inusitada belleza que los viejos maestros de estas tradicionales músicas interpretan aún -cuando se demanda su demostración- con cierto recogimiento.

 

No sólo se llama "alborada" al toque matutino y despertador. En la Sierra de Francia. por ejemplo, se recibe el día cronológico cantando a sus santos protectores escogidos a partir de las doce de la noche y las allí enraizadas "alborás", cuyo esplendor está condicionado a la presencia de los instrumentos al gusto de la tierra, llevando con la gaita la melodía asignada a las letrillas o estrofas dejando el tamboril (a veces acompañado de almireces), para los estribillos, por norma más acelerados y alegres que las cadencias cuarteras precedentes que describen vida, obras y milagros junto a esperanzas e imprecaciones de los lugareños a sus venerados de ejemplar vida.

 

Cuando este "son" madrugador hace acto de presencia por mediante la dulzaina y el redoblante recibe el nombre de "diana", especialidad por desdicha muy perdida en esta modalidad instrumental. Algunos virtuosos de la dulzaina recuerdan haber conocido también el nombre de "rebolá" o "alborá", ambas como denominaciones alternativas a las actualmente más en vigencia, influencia posible de las provincias castellanas colindantes donde aún goza de cierta vitalidad tan expresivo término.

Pasacalles

 

El "pasacalle" en otros tiempos imprimía carácter de fiesta a la jornada escogida para olvidarse -aunque fuera por un día- del duro bregar cotidiano. Este tiene una misión muy concreta, ceremonial y convocadora. Así los hay de "mayordomías", de "bodas", "para salir del baile dominical", etc. Del mismo modo era el ritmo que acompañaba el intencionado paseíllo del tamborilero -el espejo- invitando a despejar a mozos y muchachos el improvisado ruedo de una casera plaza de toros conseguida a base de carros imbricados entre sí. Y también el "pasacalle" amenizaba los entreactos cuando comediantes y faranduleros o simplemente aficionados entretenían a los vecinos con ese difícil arte del teatro.

Toques eclesiásticos, Procesiones y Ofertorios

 

La importancia de la música en la liturgia es un hecho incuestionable que la iglesia católica potencia y resalta por ser ésta vehículo pedagógico de gran valor a lo largo de la historia. Este hecho ha tenido su reflejo en la vida popular, por ello no es atrevimiento el afirmar que la música de tipo religioso es un género realmente considerable dentro del folklore musical salmantino. Muchos cantos y toques dan cuerpo a este apartado en cualquier recopilación factible de llevarse a cabo.

 

Este grupo temático representa las melodías más hermosas y de mayor valor cromático y melismático. Un marcado carácter ritualista llega a través eleva a esta música a su máxima expresión. Cada momento, cada paso en los ceremoniales religiosos tiene su respectiva creación ad hoc a la circunstancia resaltable.

La entrada y salida de los fieles a la misa mayor en la fiesta principal del lugar, estaba acompañada de toques específicos como igualmente propio tenía el momento de la consagración, invitando al recogimiento al "alzar a ver a Dios" con la "marcha real", generalmente complementada con algunos compases de otra composición. Cuando el oficiante en Villasbuenas limpiaba el cáliz y patena -por citar un ejemplo- escucharía también la gaita y el tamboril. Pero sobre todo ese autóctono sonido se mostraría brillante en "procesiones" y "ofertorios". El Corpus y sus mayordomías cuentan con el más importante repertorio musical, variado y estudiado conforme al desarrollo de la liturgia del día, festividad gremial llena, por otro lados, de contenido social.

La segunda mitad del año -una vez finalizada la recogida y almacenamiento de la cosecha- será generosa en abundantes "ofertorios", actos mitad religiosos, mitad sociales, cuyo escenario por lo común es el atrio de la iglesia, encontrando también las lógicas excepciones que prefieren la atmósfera sacra del interior del templo a la participativa y colorista realización exterior. Estos "ofertorios" serán animados incesantemente con ritmos de gaita y tamboril exclusivos para tal ocasión.

La dulzaina posibilita el realce de los actos religiosos tanto en el tiempo como en la prolongación de éstos por las calles y plazas del pueblo. Y lo hace con "himnos" o "marchas" de clara factura culta que se complace en ofrecer a dos voces, hecho relativamente frecuente, pues ejemplos hay de gran renombre en la historia salmantina que hablan de familias completas dedicadas a estos menesteres, encontrando así una economía alternativa nada desdeñable en tiempos pasados, difíciles para casi todos. Y si distinguidos eran esos "himnos" y "marchas" citados, impresionantes son los toques "procesionales" también llamados "entradillas", auténticos monumentos musicales nacidos de la dulzaina.

Ramos, Paleos, Banderas y Castillo

 

La festividad de tipo religioso no podía prescindir.

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